2299. Escuché mi nombre con un sobresalto. ¿Qué significaría eso?
2300. Un soldado me pateó las costillas (ya eran expertos en
hacerlo) y me empujó, con la culata de la metralleta, haciéndome trastabillar.
2301. Así llegué a la guardia. Había un capitán y un individuo
moreno, de pelo ensortijado, de bigote corto, vestido de civil, que llevaba un
montón de papeles en la mano.
2302. “Firma aquí” - me dijo -tendiéndome una hoja del legajo.
2303. - ¿Puedo leer lo que voy a firmar? - pregunté.
2304. Es tu declaración en el interrogatorio me respondió, y no se
lee, simplemente se firma, ¿O.K.?
2305. No creo que mi declaración real ocupara más de una carilla,
de modo que "eso" no era mío. Pero firmé. Al fin y al cabo era un
preso y los presos no tienen otro derecho ni otra obligación que la de luchar
por mantenerse vivos.
2306. Después de firmar firmó el Capitán, firmó el hombre de civil
y el Capitán me dijo, respetuosamente: "Puedes irte, estás libre".
2307. Me volví hacia el hombre de civil y le pregunté dónde nos
habíamos visto antes. - “Tal vez en Panamá” - me contestó sonriendo. Me
estrechó la mano y se fue, con el legajo de papeles bajo el brazo.
2308. Pensé, por un segundo, en lo que contendría aquel escrito,
en el O.K. de su respuesta, tan poco Chileno, después agradecí a mi madre,
saludé a los centinelas y salí, con paso lento, hacia la "libertad".
2309. "Tal vez en Panamá" ¿Qué significaría eso?
CANTO.
2310. Vivo en el quinto piso del Hotel Ritz, en Concepción.
2311. Poca gente conoce la eterna soledad de los Hoteles y piensa
que nuestra vida, de viajeros, es envidiable y nos la envidian.
2312. Afuera, las palomas se arrullan y me recuerdan los
amaneceres en el viejo "Lancaster" de Valparaíso, el mismo de las
primeras páginas de este Libro.
2313. Yo debo volver a sonreír.
2314. Un día perdí la sonrisa, no sé dónde, y aprovechando mi vida
de viajero penitente la buscaré hasta encontrarla.
2315. ¿Quién se quedó con mi sonrisa? ¿Por qué me la robó?, ¿O la perdí, de
distraído, simplemente?
2316. Anoche una bruja se metió a mi camarín y me vaticinó los
tormentos del infierno.
2317. Desde estas páginas yo niego lo que dijo. No lo acepto. No
es así. Y, aclaradas las cosas, no volveré a referirme a ellas, nunca.
2318. A la gente le gusta mi poesía alegre (tal vez me he vuelto
demasiado serio) de modo que, no bien recuperada mi sonrisa, echaré a andar por
los caminos con una copla viva que pinte de colores el gris en donde esté.
2319. Yo vengo desde la tierra y a la tierra vuelvo cada vez que
mi canto se escucha en algún lado, y ¿quién mejor que yo para decirle al mundo
que la vida empieza hoy y que es buena y bella?
2320. Toma en tus brazos a la mujer amada, cúidala. No dejes que
se vaya, allí está la razón de la existencia y la única verdad que hay que
cantar.
(Continuará...)