Podría hablarte de rosas y prosas,
de amor en primavera y de sonidos
que llenan de alegrías mis recuerdos;
Pero prefiero decirte que te quiero.
¡Sí!, te quiero, ya no como siempre
antes que el sol bañara nuestro cuerpo,
no como siempre,
que naciendo ya el invierno,
animado el corazón entre latidos
con mis cinco sentidos enraizados,
con la sangre alborotada entre torrentes.
Te quiero porque en mi pecho
ya no cabe otro sentido que,
sin temores, es el de quererte.
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