domingo, 23 de noviembre de 2014

EL GUARDIÁN.


2368. A mi casa entraba un hombre, vestido de civil, que exhibía una “TIFA” con grado de Sargento.

2369. Saludó muy amable y mientras bebía un café me comunicó que yo estaba arrestado, en mi domicilio, por quince días y que él era mi carcelero.

2370. La historia continuaba. Allí quedaba yo sin poder asomarme a mi propia puerta. ¿Que pasaría después? ¿Después de los quince días? ¿Durante los quince días?
2371. Dos semanas vivimos encerrados aquel hombre y yo.

2372. Durante ese tiempo no se despegó de mi lado y vimos, juntos, la T.V. leímos, juntos, algún viejo libro. Le conté de mi vida y aquel hombre, que dormía con un revólver, resultó ser bondadoso y comprensivo.

2373. No tuvo relevo. Sólo él.

2374. Nunca preguntó ni intervino en asunto alguno. Se limitó a no dejarme solo.

2375. Terminó siendo atendido como a  un amigo, que está de paso por la casa, y la verdad es que lo único que lo diferenciaba de nosotros era el revólver que hipnotizaba a mis hijos y que a mí me producía mucha pena.

2376. Pasado aquel larguísimo tiempo se fue. Como había venido, se fue. Con una gran sonrisa, se fue. Agradeciendo todas las atenciones, se fue. En la puerta, antes de desaparecer de nuestras vidas para siempre, (nunca más lo hemos vuelto a ver) hizo un saludo militar y se fue.

2377. Había dicho que cuando terminara la custodia yo tendría que ir hasta la Base donde estuve "detenido" y pedir un papel que certificara que era un ciudadano "legalmente" libre.

2378 Y eso hice. Al día siguiente me enfundé en mi grueso abrigo y salí a la calle con destino a la Base donde estuve “detenido” en busca del papel que certificaría que yo era un ciudadano "legalmente" libre.

2379. Algo había cambiado. Nada era igual, realmente, porque yo salí de mi casa y no había seguridad de mi regreso.

2380. Me despedí de todos, con un abrazo grande, y salí.

2381. Sentí un miedo tranquilo. Una especie de resignación que no encontré correcta ni lógica. ¿Volvería a casa?

LA ISLA.

2382. Una rosa roja, sobre mi escritorio, me acompaña en estos escritos que aparecen, de pronto, y luego se van si no los pongo en mi cuaderno.

2383. Aquí trabajo y si alguna vez fui  náufrago, sufriente, hoy soy el creador de mi futuro.

2384. Un hermoso Libro se va formando, verso a verso, y yo sueño con verlo en las manos de la gente.

2385. Desde la Isla lanzo mi grito de alerta y lo envío con los pájaros, que pasan hacia el Norte, esperando que los hombres de esa tierra lo recojan y lo guarden con ellos.

2386. La vida está en el Sur dice una breve mariposa que posada sobre una bella flor la hace aún más bella y más flor.

2387. Hacia donde dirija la vista está el mar. El verde mar, origen de la vida. Allá arriba, el cielo y los ojos de mi bella compañera, en algún lado, me verán, inevitablemente, Hoy, en el viento, en el azul, en la tierra y en el aire.

2388. La Isla es el punto central de mis últimos ochocientos versos, llamados "estrofas" por los hombres que saben de estas cosas.

2389. Yo nunca aprendí como se llaman los escritos. Ya no aprendí.  Ya no quiero aprender. ¿Me serviría aprender? Tal vez si aprendo escribo más bonito, Pero no sé si hacer eso sea bueno.

2390. Yo quiero el canto y el poema breve como la mariposa y dulce como tu beso.

2391 ¿Sabías que tu pena me duele? ¿Sabías eso?


(Continuará...)

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