miércoles, 29 de junio de 2016

NOCHE Y DIA ;PTO. DE VALPARAISO



NOCHE Y PUERTO.

137. Armando Canales ha muerto. Se fue con su coca, y sus putas, al infierno. (En el cielo se hubiera aburrido como ostra). No hay patente de “Boite” en el mentado cielo.

138. El “American Bar” y sus muñecas rubias (teñidas, por supuesto, pero rubias al fin) con su show de piluchas, de bikinis brillantes. Ese era el Puerto de antes. ¡ESE ERA EL PUERTO DE ANTES!

139. La noche tenía más habitantes que el día. Armando Canales era uno de aquellos reyes de esa bohemia, loca, que no se detenía.

140. Jamás se detenía la bohemia del Puerto pues, a puerta cerrada, se bailaba de día. Los marinos no saben de horarios ni rutinas cuando bajan del barco a saborear la vida.

141 Tal vez todo era triste y todos lo sabían, más, para no morirse, cada cual se mentía y sonaban los besos y las copas vacías se llenaban de versos, con la guitarra mía.

142. Viejo Puerto, ¡te amo! Te amo, todavía.


EL DÍA Y EL PUERTO.

143. Valparaíso amaneció brumoso esa mañana. Muy temprano las nubes desplazaron las brumas y otras nubes a esas y se agitó el océano y desde el cielo, oscuro, se desplomó la lluvia.

144. Cayó sobre este Puerto, bajó las escaleras, se llevó algunas casas en torrentes gigantes que roncaban más fuerte que el mar.

145. Inundó una vez más, este Puerto sufrido. Se ahogaron cien madres y no sé cuántos hijos. Valparaíso sabe de la furia del viento, de la naturaleza cruda, desatada y feroz.

146. Pero, después de todo, el Puerto maltratado, lavadas sus heridas, comenzaba de nuevo, sin rendirse, jamás, ni a la furia del viento que ha querido llevarse, desde siempre, a este Puerto.

147. Es que Valparaíso, hace falta en el mundo. Para entender de cosas, que la gente olvidó. Sus bellos volantines, en el mes de Septiembre, son un ejemplo, vivo, de lo que el Puerto tiene.

148. Son mágicas sus calles, sus edificios viejos, sus casas en el cerro, milagrosas, etéreas. Los vestidos floridos, sus hermosas mujeres, de piernas esculpidas por el correr del tiempo, como bellas estatuas hijas de la escalera que de niñas las vio formarse, así, perfectas.

149. Yo le canto mis versos a este Puerto, querido, mientras el Siglo Veinte se acaba, irremediablemente.

150. La nueva juventud jamás podrá entender que era mágico el Puerto y que de cada estrella, cada noche, nos cuidaba algún hermano habitante del cielo que volverá, algún día, a habitar este cuento.
151. La raíz de la vida, que emergió de las aguas, recupera sus ramas en estas latitudes.

152. Ven a Valparaíso, un día. Uno solo, y trata de encontrar a quien se te parece. Siempre junto al mar está tu hermano. Ya es tiempo de que empieces a saber de estas cosas, mañana te harán falta para vivir el Tiempo de la Luz.

DEL PUERTO Y DE SUS COSAS.

153. Pido perdón por cantar a este Puerto nocturno porque casi no lo caminé de día.

154. (Como no fuera en las madrugadas, saliendo el sol, cuando, de regreso a nuestra casa ocasional, soñaba con mi tiempo de artista).

155. Yo sabía que algún día mi canto recorrería el mundo. Tal vez por eso me aferré a la cercanía de los barcos y a su muda promesa de llevarme lejos.
156. ¿Has puesto tu atención en las roncas sirenas cuando estremecen las rocas, la construcción humana, y ordenan, perentorias, el vuelo de las gaviotas y el agitar de pañuelos, de seda, temblorosos?

157. La mole de hierro y de cordel se despega del muelle y los marinos, sudorosos, atienden su faena.

158. Hay olor a brea, y a petróleo, y una mancha de aceite, queda flotando en el agua, para que todos sepan que el hombre estuvo allí.

159. Pero otros vendrán. La mancha de aceite también se habrá ido, navegando, y algún pez morirá contaminado.

160. ¿Qué instrumento toca el hombre en esta sinfonía?

161 Una gaviota muerta, de alas en la arena, me cuenta, silenciosa que es él, quien desafina.
162. Y eso me duele, adentro, y quiero comunicarme con mis semejantes para que juntos afinemos esta orquesta y nos sumemos a la Magna Obra que compuso el Creador para que sea interpretada, eternamente y cada día.

163. Puerto de Valparaíso: Desde la cumbre, de alguno de tus cerros, levanto mi voz para pedir, a todos, cordura. Nada más.  

(continuara...)

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