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lunes, 6 de noviembre de 2017

SANTIAGO, SAN ANTONIO, CONCEPCIÓN.

Santiago de Noche

CONTINÚO.

445. Continúo mi relato, y mis palabras sencillas. En Antofagasta un día mi hermano dijo: “volvamos a cantar” y eso hicimos.

ARICA (2)

446. Empacamos las cosas y la vieja guitarra. Ensayamos las viejas canciones y nos fuimos a Arica. A conquistar de nuevo los corazones jóvenes de las bellas muchachas que eran la misma vida.

447. Subimos al  “Casino” a cantar nuestras coplas, volvimos al “Manhattan” y la “Hostería”, con toda su elegancia, nos abrió sus puertas, éramos todo un éxito, el sueño se cumplía.

CALAMA (2)

448. Nos fuimos a Calama, donde una vez jugando cartas perdí hasta la camisa, y allí nos dimos cuenta que algo se había roto y que nada era igual.

449. A veces me pierdo en el orden de los acontecimientos. En Calama encontramos al “Trío inspiración” que perdía al solista y ensayaron conmigo. Pero aquello no fructificó y seguimos juntos, los cantores del Puerto, de aquellas viejas calles, de los Bares añejos.

450. Valparaíso nos llamaba, con sirenas de barcos, con sonidos de copas, con promesas de noches estrelladas y de cielo reflejado en el mar.

SANTIAGO

451. Nos fuimos a Santiago, a la gran Capital, soñando con un disco, con la Televisión. Éramos un buen número para cualquier lugar. La juventud es bella y nosotros teníamos juventud, a montones, una guitarra hermosa y un montón de canciones.

452. Mi vieja guitarra se nos quedó en Calama. No resistió el intenso traqueteo de los viajes y se quedó tirada, por ahí. Aunque yo sé de dos manos de mujer que la guardaron con amor.

453. Rodando hacia Santiago, soñaba mi futuro en grandes escenarios. Villarreal dejaba una hija en el Norte y un hijo, allá en el Sur, esperaba por mí.

454. En el vientre de ella viajaba con nosotros un hijo nuevo y ella, dulce y tranquilamente, como todas las madres futuras, soñaba con la luna.

455. Si hubiésemos sabido del cercano mañana.

456. Santiago recibió nuestras mil inquietudes en una pobre población periférica.

457. A conseguir trabajo salimos muy contentos. Inmenso este Santiago, sus moles de cemento virtualmente nos tragaron y desaparecimos.

458. El paso del tiempo nos halló en un teatro de Vicuña Mackenna, donde algo nos ganábamos cantando, haciendo chistes, “tirando las cortinas” de la eterna función.

459. Guardo un bello recuerdo del viejo Pepe Harold que allá arriba, en el cielo, entre tantas estrellas, debe estar muy contento por lo que hizo en la tierra. Por eso cuando digo, digo “función eterna”.

460. Villarreal ¿Te acuerdas de los viajes en micro? ¿Del trozo de merluza, junto al río Mapocho? ¿Te acuerdas de aquel perro que nos ladraba, siempre a dos cuadras de casa, todas las madrugadas?
461. El “Padrino” Aravena compró, un día, el Teatro y tuvimos que irnos a otro lado. ¿A qué lado?

462. El viejo Pepe Harold, con veinte años de llanto, nos abrazó y nos dijo: “Hasta pronto muchachos, se hizo lo que se pudo pero no hay más Teatro”.

463. Nunca voy a olvidar a ese actor ni a su esposa. Se acababa una época y empezaban con otra, donde no figuraba entre los contratados para seguir la fiesta de luces y de cantos.

464. Allí fue cuando supe que llegaría el día en que sería yo el que tendría que irse.

465. Pero supe, también, que con algún escrito, un canto, un cuento, un libro… ¡Dios mío! yo soñaba con publicar un libro.

466. En la televisión (no puedo omitir esto) querían presentarnos como dos argentinos, cosa que no aceptamos y la Universidad, dueña de ese canal, nos enseñó que había que mentir para ser escuchados.

467. (Por ahí hay un recorte del Diario “La Tercera” donde alguien se atrevió a contar nuestra historia).

468. Santiago, sin trabajo, sin plata, sin comida, en una casa pobre una cama nos daban y una Rosa, muy rosa, soñaba y esperaba.

469. De nuevo en el camino. De regreso hacia el Puerto. Allí entre prostitutas estaría la vida como en los tiempos viejos. Por lo menos un plato de comida de mar.
470. ¿Te acuerdas Villarreal que era otra la gente que llenaba los bares y que había muchachos que habían aprendido nuestra forma de canto y había aparecido un estilo nacido de la vieja guitarra que se quedó en Calama?

471. Hicimos una Escuela en el Puerto nocturno, pero como nosotros jamás habrá ninguno. Es que no son hermanos como éramos nosotros, ¿Qué nos pasó que estamos tan lejos uno de otro?

SAN ANTONIO.

472. Fuimos a San Antonio, conseguimos trabajo, regresamos al Puerto a buscar a Roberto, del Trío Inspiración, para tener más música y el destino, otra vez, se presentó al revés.

473. Nació Fernando, allá en Santiago, y fui padre de, un hijo jamás imaginado. Una Rosa lozana, lo trajo a este mundo y tal vez soy culpable de que se marchitara.

474. San Antonio no daba para más de dos meses. Hicimos las maletas, destino: Concepción. La casa de los padres de este Roberto, nuevo, que también anhelaba el sagrado regreso.

CONCEPCIÓN.

475. Así traspusimos un día la puerta de la casa, signada con el número 165, en la Población Lorenzo Arenas número dos. En el pasaje cuatro, donde en la calle había parado, eternamente, un vetusto camión.

476. ¿Qué contar de esta casa? ¿Tal vez pueda hablar del "desayuno escolar" que consistía en un cuarto de litro de vino tinto, con harina, que nos daba la "mami", apenas despertados y que nos dejaba "curados" mínimo un par de días?

477. ¿Tal vez de la "Maruja" que cantaba y bailaba, "pelaba" a los vecinos, nos lavaba la ropa y cuando llegábamos tarde nos retaba?

478. ¿O tal vez de Don Rupe que me enseñaba cosas, entre vasos de vino, en mesa generosa donde nunca supe si "tomé", más que aprendí?

479. Allí escribí canciones que se han hecho famosas y lloré soledades entre tanto cariño.

480. A la luz de la luna decidí mi destino. Yo sería Cantor, iría, por el mundo, hablando del amor que falta entre los hombres pero que puede recuperarse con un gesto, con un acto, con un beso, con una sola caricia honesta y pura.

481. ¡Válganos tu verdad Señor de los poemas! La vida empieza, hoy, cantando.

EL RINCÓN GAUCHO

482. Conseguimos trabajo en “El Rincón Gaucho”, enfrente del Club Hípico. Territorio ocupado por jinetes, preparadores, apostadores, mozos de cuadra y qué sé yo.

483. Un agudo estilete le partió el corazón a ese argentino, noble, que tanto nos quería.

484. Reinaldo, el argentino. El Che de las corbatas. El de la mano generosa. El amigo leal. Te has quedado en mi cuento porque es inevitable tu presencia, aquí, cuando hablo de tu mundo.

485. Me enamoré, de nuevo, de una hermosa muchacha. Pero nunca le dije de esos mis sentimientos. Ella se deslumbraba con mi loca guitarra y me quería mucho. Pero era una canción, nada más para mí. Una hermosa canción y sus ojos azules hoy veo cuando escribo.


486.  La dejo en este Libro porque pudo haber sido tal vez mi compañera. ¿Quién sabe? Nadie sabe.  Ni yo mismo lo supe y me guardo su nombre. ¿Leería en mis ojos eso que yo sentía?

(Continuará)

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