La duración media de un abrazo entre dos personas es de 3 segundos, pero los investigadores han descubierto algo maravilloso.
Cuando un abrazo dura 20 segundos, se produce un efecto terapéutico sobre el cuerpo y la mente.
La razón es que un abrazo sincero produce una hormona llamada oxitocina, también conocida como la hormona del amor.
Esta substancia tiene muchos beneficios en nuestra salud física y mental, nos ayuda, entre otras cosas, para relajarse, para sentirse seguro y calmar nuestros temores y la ansiedad. Este maravilloso tranquilizante se ofrece de forma gratuita cada vez que tenemos a una persona en nuestros brazos, que acunamos a un niño, que acariciamos un perro o un gato, que estamos bailando con nuestra pareja, cuanto más nos acercamos a alguien o simplemente sostenemos los hombros de un amigo.
Un abrazo puede parar el tiempo de forma figurada, pero la ciencia ha demostrado que son muchos los beneficios que este gesto aporta a nuestra salud: física, mental y emocional.
Cuando abrazas a alguien sobran las palabras, el alma se hace cómplice del silencio y los sentimientos fluyen para demostrar amor, perdón, paz, cariño, consuelo... Un abrazo mira de frente a la soledad y la vence por unos instantes.
Abraza, abraza con el corazón.
¡Estos son algunos de los beneficios que dan tus abrazos!
1º Abrazarse reduce el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares y mejora la calidad de vida de los pacientes con enfermedades crónicas
2º Abrazar está asociado a niveles más bajos de colesterol y de estrés ya que reduce los niveles de cortisol
3º Un abrazo da confianza y seguridad, proporciona un sentimiento de protección
4º Abrazar es una forma de sentir consuelo y de sanar heridas.
5º Un abrazo eleva el estado de ánimo y por ende el bienestar
6º Ayuda a luchar contra nuestros miedos y mira de frente a la soledad
7º Un abrazo nos permite empatizar con los demás.
8º Es la mejor píldora contra la depresión, disminuye la ansiedad y la sensación de angustia.
9º Las relaciones de pareja se fortalecen cuantos más abrazos se den
Hay infinidad de formas de abrazar que podríamos agrupar en tres categorías básicas:
ABRAZO FISICO - Sería aquel en que la consciencia, el énfasis, está en el cuerpo. Suelen ser cortos, fuertes y muchas veces son fríos ya que no se ponen en juego partes más profundas del ser. La respiración es superficial.
ABRAZO EMOCIONAL - Es como su nombre indica altamente emotivo, puede estar cargado de una serie de emociones que nos causan dolor como tristeza, angustia de separación o incluso de miedo. Con frecuencia comienza con dificultades para respirar y sollozos, que suelen desembocar en un liberador llanto hondo. En otros casos es el abrazo con el que compartimos una alegría, una buena noticia; suele ser dinámico y más corto que el anterior.
ABRAZO DEL ALMA - El alma tiene dos cordones por los que está conectada siempre a la triple personalidad, el hilo de vida que se ancla en el corazón (4º centro) y el hilo de consciencia que se ancla en el séptimo centro (cabeza). Ambos se emplean durante el abrazo que involucra la consciencia meditativa o superior. Abrazar desde el alma no es una técnica es un modo de ser y de vivir, sin embargo hay - como en las prácticas meditativas - ciertas pautas que pueden ayudarnos a enfocar la consciencia y la energía. Lo fundamental insistimos, es la intención, y la mejor intención es siempre la más pura, la más amorosa y la más desapegada, con la intención correcta basta. Si deseamos no obstante profundizar en el conocimiento de los canales que la energía sigue en el seno de nuestro cuerpo podemos acompañar el abrazo de una visualización que modula la energía. Así antes del abrazo es deseable visualizar el triángulo Alma - 7º - 4º, hacemos circular la energía y luego permanecemos con la consciencia en el corazón sintiendo su emisión, su paz, su fuego envolvente. (La energía circula por un triángulo que une los tres lotos de 12 pétalos: el del alma que podemos visualizar a unos 60 - 70 cm sobre la cabeza, el del 7º en un eje vertical justo sobre la cabeza y el del 4º que veremos más abajo y más atrás, concretamente entre los homóplatos). Como suele ocurrir con toda práctica nueva, la visualización podría ser un estorbo al comienzo, pero será sin duda un potenciador una vez incorporada.
Con o sin visualización, con o sin conocimiento de que centros están implicados (y cómo y porqué), lo esencial es que una vez que estamso centrados, que nuestra respiración es profunda y pausada, (y que está centrada en el corazón) estamos prontos para abrazar. Es muy bueno procurar un buen acoplamiento en el momento del encuentro que nos permita tener el peso del cuerpo bien repartido entre las dos piernas de tal forma que nuestra consciencia no esté en sostener el equilibrio, sino en fluir, dar, celebrar el instante único. Cerramos los ojos y con máxima reverencia acogemos al otro como si le recibiéramos en nuestro templo, ingresando a la vez en su templo. Abrazamos con la fuerza justa, como si sostuviéramos en la mano a un pájaro, ni tan flojo que se nos vuele, ni tan apretado que se lastime. Somos conscientes de que el Padre está en nosotros y su fuerza, el masculino en nosotros, se emite a través de la mano derecha. Somos igualmente conscientes de la Madre en nosotros, de que su ternura, su aceptación, se trasmite a través de la mano izquierda.
Somos conscientes de la energía que recibimos a través de la respiración, sentimos su gratuidad, sentimos que es un regalo que ha estado allí siempre para nosotros y descubrimos que podemos vivirla y enriquecerla con nuestro colorido de una forma única en cada abrazo. "No es posible bañarse dos veces en el mismo río" dice el aforismo, tampoco es posible volver a vivir el mismo abrazo.
En la quietud de sentir nuestra respiración y con devoción por la vida del otro simplemente dejamos el amor fluir. Sentimos que completamos al otro, que somos justo lo que en ese momento necesita, sentimos que el otro nos completa, por lo que nos da, por lo que nos permite dar, por ser el que es. Permanecemos en ese sentir y gradualmente los dos campos de energía se armonizan hasta que, en algunas ocasiones, ya no hay dos que respiran sino una única respiración que acontece entre ambos. Ya no hay dos campos de energía sino una sola nube de paz, ya no hay tiempo, ni sonidos, sino una profunda quietud que baña cada una de nuestras células con la vibración del alma.
ABRAZARNOS
Decíamos que la del cómo era la pregunta que responde a todas las preguntas. Si abrazamos bien abrazamos mucho, por descontado. Si abrazamos bien abrazamos a muchos, eso es bien seguro. Si abrazamos bien estamos disponibles casi siempre, eso es seguro. Así quizás la siguiente pregunta sería ¿cómo vivir para abrazar bien?
Uno abraza a otros como abraza la vida.
Uno abraza la vida como se abraza.
¿Te abrazas? ¿Te aprecias, te conoces? Si no nos conocemos no conocemos nuestras necesidades reales, no cuidamos de nosotros, no nos nutrimos. Si desconocemos nuestras necesidades reales empleamos nuestro tiempo y nuestra energía, procurando satisfacer necesidades falsas, necesidades que parten del no ser, que tienen que ver con programaciones, deseos de otros, reclamos surgidos desde la coraza del carácter. Así nos alejamos del corazón, de la autenticidad, de la unicidad, de la realización.
Si no nos abrazamos y abrazamos la vida es porque no hubo alguien en nuestro origen que nos abrazara desde el alma, con frecuencia, con amor. Y está bien, si lo admitimos, si lo tomamos como punto de partida, está bien. No es necesario renunciar, no es inteligente seguir huyendo, no es constructivo negar las carencias. El primer movimiento para recibir ayuda real es creer que otra vida es posible, que otro mundo es posible. El segundo movimiento es elegirlo, vencer las falsas creencias de no merecerlo, abrirse.
Abrazar es estar abierto. Abrazar es dejarse abrazar y dejarse abrasar. Es vincularse desde dentro y dejarse conmover. Es dejarse tocar, no con la piel sino con el corazón y los sueños, no en la piel sino en el corazón y el alma.
Si te dejas tocar por el alma, el alma está en ti, su fuego nutre tu corazón y canta a cada una de tus células. Tu calor enciende a aquellos que miras, que tocas, que abrazas. Tu ejemplo inspira. Tu companía nutre. Tu presencia acompaña. Tu sonrisa ilumina. Tu alegría contagia.
Si te abrazas, si te quieres, si te reconoces, abrazas lo que te conviene, lo que te construye. Abrazar la verdad nos libera. Abrazar la responsabilidad nos madura. Abrazar el esfuerzo nos lleva a la fortaleza y la eficacia. Abrazar la sinceridad, la empatía y la apertura nos lleva a la amistad. Abrazar la inofensividad, la responsabilidad, la reciprocidad y la entrega lleva al amor. Abrazar el amor nos protege del falso amor, ese que siendo dependencia, apego, idealización nos niega, nos debilita y nos empobrece. Abrazar el amor es abrazar a un tiempo la valentía y la bondad ya que el amor no teme, el amor salvaguarda lo justo, lo noble, lo bueno. Abrazar el amor es ser testigo de Dios, mensajero de Dios, discípulo de Dios y serlo en el silencio magno del ejemplo.
(Fuente: Isabella Di Carlo y otros)