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domingo, 9 de noviembre de 2014

EL MIEDO



2321. Salí a la calle, diez años más viejo. Caminé, lento, hasta la esquina. Mi cara me miraba desde la portada de una revista en un kiosco de diarios. ¿Qué hacía, yo, allí? Junto a mi cara joven estaban los rostros, sonrientes, de los Huasos Quincheros, artistas apologistas del Régimen.

2322. Algún día contaré esa historia, cuando no sea peligroso nombrar a la gente y podamos conversar sin miedo.

2323. Descubrí que tenía mucho miedo. ¿Por qué? ¿No era, ya, libre?

2324. Así volví a la calle. Destrozado. Maltratado. Aterrorizado.

2325. La gente iba y venia como si nada.

2326. ¿No sabrían lo que estaba ocurriendo detrás de esas murallas?

2327. Sí, lo sabían, se les notaba en los ojos que tenían tanto miedo como yo.

2328. Revisé mi billetera. Allí estaban todos mis documentos y todo mi dinero.

2329. Me subí a un taxi, di mi dirección. El taxista esquivó mi mirada y no fue amable como siempre. Ni siquiera me habló. Me dejó en la puerta de mi casa, cobró sus honorarios y huyó.

2330. Algo no era igual.

2331. Así volví a la casa. Abrí la puerta. No había nadie. ¿Por qué? ¿Dónde estaban todos? ¿Mi mujer, mis hijos? ¿Dónde estaban? ¿Por qué estaba la casa sola?  ¿Qué había pasado?

2332. Estaba todo limpio y ordenado. Como a mí me gustaba.

2333. Me metí bajo la ducha, tratando de sacarme la mugre acumulada, y aprendí que la mugre sale con agua y jabón pero no los golpes.

2334. Ya llegará alguien (pensé) y me caí en la cama dormido para siempre.

EL SUR.

2335. Pasa mi paso por esta tierra indígena y, en Cañete, en la casa de Carlos Martínez almuerzo un plato de sopa de lentejas y me bebo el sol con todos los ojos.

2336. Un día el Norte, otro día el Sur. En este Chile, largo y flaco, no hay otra alternativa.

2337. Hilvano algunos versos mientras mi voz suena, allá en la calle, invitando a la gente a mi fiesta de canto.

2338. “Nada de lo que está aquí, existe" y en esta casa hay plantas, flores y muchos trabajos de artesanía. Hay una colección de llaves y de candados y tal vez alguna de estas llaves es la que puede abrir la puerta del duro corazón de aquellos que no entienden.

2339. Jubilosa me late la vida, aquí en el pecho, y canto.


2340. Es otro día más. Nada más.
(Continuará...)

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