43. En el Cerro Polanco, en la calle Luqueto, vivía un peluquero de nombre Gabriel. Ese nombre, de ángel, era el nombre de un ángel que nos abrió su casa y su corazón porteños.
44. Compartió el pan y el vino con este incipiente cantor que no sabía que detrás del acodeón o de la mandolina, vivía un ángel llamado Gabriel Angel, Gabriel Puerto, Gabriel Canto, Gabriel Amigo, Gabriel Esperanza, Gabriel Cariño, Gabriel Mar.
45. Había que meterse en un túnel, helado, de piedra húmeda de agua de cerro y mar azul. (Siempre pensé que esa helada cuadra de camino era como la muerte).
46. Al final del oscuro pasillo estaba el ascensor y , después de escender, colgado de sus cables, bamboleando su crujiente caja de madera de barco, aparecía el cielo y estaba yo, en la cumbre del cerro misterioso y verde.
47, Allá abajo el mar, los barcos en el puerto y la magia de Valparaíso metiéndose por los ojos y en mi poesía.
48. Yo no sabía eso. Juro que no sabía. No sabía que algún día cerraría los ojos y vería, de nuevo, este milagro de casas suspendidas y el espejo del mar reflejando en el cielo azul de esta América, limpia, donde nací y escribo.
49. En el número sesenta, de la calle "Luqueto", una copa de vino y el viejo peluquero (el con nombre de ángel) nos hablaba de tiempos que vendrían mejores para "esta juventud" y pasaba la noche entre acordeón y tangos, que no olvidaré nunca.
50. Mi hermano, el ángel, el acordeón, el tango, pálido amanecer y la vieja poesía de hoy que vive entre tus manos mientras lees y lees es estos viejos versos.
51. Y todo es viejo, de color desteñido, mientras canto mis añejos recuerdos de este Valparaíso noble que algún día me vio pasar, joven, por sus calles y su historia de Puerto Esperanza y Sol.
52. Alguien me contó que el ángel peluquero ya no existe. Dicen que se quedó dormido junto al blanco acordeón que alegró nuestras noches alguna vez. "...Acaso te llamaban solamente María..."
(Continuará...)
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