2489. La Vicaría de la Solidaridad abre sus puertas. La Iglesia se
ha hecho eco de los gritos desgarradores de un pueblo torturado.
2490. Sus profesionales recogen los lamentos de las mujeres que
preguntan por sus hijos, por sus maridos. Recogen los llantos de los niños que
claman por sus padres, por sus madres, por sus hermanos niños.
2491. Comienza a levantarse el acta de los muertos, de los
desaparecidos, de los presos, de los asesinados.
2492. Y la lista es muy larga (Yo diría que demasiado larga).
LOS COMEDORES INFANTILES.
2493. Los Sacerdotes organizan los "Comedores
Infantiles" y mientras el gobierno nos habla de paz y arden, de
recuperación económica, de "país modelo", los niños se sientan, a la
modesta mesa de la Iglesia, a comer su escasa ración, pagada, conseguida,
donada, etc., por anónimas manos que ayudan a que no se pierda el más valioso
capital de una patria; sus niños.
2494. Un par de años más tarde me tocaría a mí salir con mi canto,
por el mundo, a recoger dinero para comprar el pan para esa mesa y esos niños.
Pero yo aún no lo sabía.
2495. Yo no sabía nada. Había aprendido a olvidar nombres y
fechas, lugares y rostros, acontecimientos importantes. Me había inventado una
especie de amnesia que terminó siendo real.
(Continuará...)
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