Y así partí sin mas ni mas, de la mano compañera,
al sur del norte de este mundo tan lleno de vida y colores,
al sur de un mundo que no es el sur de mis memorias,
de mi tiempo de vivir, donde se acaba la tierra
y comienza el paraíso.
y comienza el paraíso.
Vengo de un sur distinto, lleno de color de lluvia,
de aroma a desierto florido,
lleno de magia entre sus cerros y bosques, el mar y su sabores...
Diferentes aromas, Diferentes emociones...
Recorro este Sur donde las aguas cálidas bañan los pies y el alma,
donde el cielo nace en cada mañana para caer al ocaso,
sin que haya tierras lejanas...
Y así, este Sur nos enseña la magia de su aura,
y miro hacia arriba tratando de reconocer las mismas estrellas,
esas que cada noche admiraba en mi tierra, aquella tan lejana.
No fue fácil encontrarlas titilantes, ansiosas, cautivantes,
a aquellas entre nubes, esas motas de algodón
que parecen un dulce para el corazón...
Y ahi las descubrí, una a una, en cada constelación
recordándome que el mundo es mundo y el universo,
desde nuestro interior, donde sea que vayamos,
somos quienes nos movemos como aves de paso.
Hacía mucho que no me sentaba a mirar el cielo,
hacía mucho que no dedicaba un minuto, a mi tiempo,
desenredando la maraña de emociones
para amar a concho y sin restricciones...
Pero el tiempo vuela tan rápido
como cada dulce de algodón
empujadas por el viento, imparables...
No hay segundos de mas,
No hay tiempo de menos,
y hay que volver a la realidad...
Así es que mejor... sonriámosle al tiempo.
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