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miércoles, 10 de enero de 2018

El alma siempre sabe qué hacer para sanarse, el desafío es silenciar a la mente


Ciertamente nuestra naturaleza es estar sanos, es estar en armonía con lo perfecto del universo, sin embargo, pareciese que parte importante del juego es entender cómo opera nuestra mente y saber que para sintonizar con todo lo maravilloso que podemos crear, inclusive nuestra sanación, será necesario silenciarla.
Dentro de todos los misterios que nos rodean y que tratamos de esclarecer de alguna manera mientras estamos recorriendo este camino, se encuentra el que toda la energía creadora, la inteligencia divina, está contenida en absolutamente todo lo que vemos, por lo que cada uno de nosotros lleva consigo esa posibilidad de materializar todo lo positivo que deseamos.
En adición, también podemos generarnos cosas negativas, especialmente cuando a nuestra mente, por algún motivo, se la da por asumir, que algo importante estamos ganando colocándonos es alguna situación riesgosa, bien sea enfermándonos, deprimiéndonos, sometiéndonos a situaciones que nos hacen daño, etc, etc, etc. Los motivos pueden ser tan variados, que pueden ir desde la necesidad de llamar la atención, hasta la incapacidad de decir no, pasando por amor propio inestable, miedo a la soledad, creencias erróneas, etc.
Lo cierto es que tenemos una herramienta súper potente que no tenemos mucha idea de cómo funciona, es como tener una computadora insuperable, con información ilimitada y no poder tener acceso a la información que contiene. Ahora bien, si bien la mente tiene su universo inentendible, al menos sabemos que mientras más tiempo podamos silenciarla, mayor será el beneficio que obtengamos.
Silenciar nuestra mente nos permite sanar desde nuestra esencia, nos permite ver el mundo diferente y apreciar lo que realmente tiene valor, cuando dejamos de prestarle atención a la mente, todo encaja perfectamente, todo vibra distinto, nos sabemos capaces de hacer lo que queramos y si nos mantenemos o no en una situación determinada que nos parece inconveniente, es porque sabemos lo que tenemos que sacar de esa vivencia.
Cuando logramos callar nuestra mente, tomamos el control desde nuestro “Yo Superior” y desde allí nos es posible aligerar la carga que ha desencadenado en una enfermedad, nos permitimos perdonar, nos permitimos dejar los miedos de lado, nos permitimos aceptar cosas con las que hemos podido estar en desacuerdo, y aceptar no significa consentirlas, sino reconocer su existencia y cambiar nuestra manera de mirarlas.
Al tomar acciones desde un nivel de consciencia superior, nuestra mente termina por alinearse al nuevo panorama, evidentemente siempre se hará notar con el drama que la caracteriza, pero cada vez con menos fuerza y frecuencia, hasta que ella se sienta cómoda e inclusive trabaje a nuestro favor, a consciencia de que todo estará bien.
Practica en silenciar tu mente y tendrás gran parte del camino de la sanación recorrido. Tu alma sabe exactamente qué hacer, solo dale entrada, siéntela y no permitas que la mente, aunque con intenciones de protegernos, le robe protagonismo.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet

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