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miércoles, 18 de febrero de 2015

La Vida El Canto y El Maestro.


INTRODUCCIÓN

Me llamo Humberto Waldemar Asdrúbal Baeza Fernández, nací un nueve de diciembre de mil novecientos cuarenta y dos, según consta en mi certificado de nacimiento y en todos mis papeles legales, incluidos los de impuestos internos y los de preso político.

Soy el hombre que está detrás de Tito Fernández “El Temucano” y lo conozco como la palma de mi mano.

Alrededor de este personaje se ha creado todo un mito y una cuasi leyenda que crece día a día.

Se dice, por ejemplo, que sus genes vienen de las Pléyades y por eso tiene el don de sanar. (Tal vez te parezca loco lo que te digo pero así es, en ciertos círculos).

Se dice que le roba los escritos a cierto compositor y poeta boliviano, o argentino (en eso no se han puesto de acuerdo nunca) y hay, en una ciudad nortina de Chile, quien sostiene que es él quien le escribe las canciones y por lo tanto es el artífice de su éxito.

Se dice que, desde que tuvo un encuentro OVNI, algo le pasó y que trabaja al servicio de una cierta confederación Galáctica.

Dicen, algunos, que pertenece a la Orden Rosacruz y otros que es Hermetista y discípulo de John Baines y por eso conoce métodos, encantamientos y otras cosas con los que manipula a la gente y hace que lo sigan aceptando después de más de cuarenta y seis años de artista profesional.

Dicen que se ha salvado de la muerte en más de una oportunidad, cuando parecía que todo se terminaba allí, y han inventado una serie de cuentos al respecto que tienen relación con aquello de los OVNIS los Rosacruces o el Hermetismo.

El asunto es que Tito Fernández existe; canta, compone, escribe, graba discos, lee y enseña el tarot, es un astrólogo bastante asertivo, dirige un grupo dedicado al esoterismo, viaja por el país, por el mundo y, cuando le preguntan por todas estas cosas, se ríe y no aclara nada porque, según sus propias palabras, “no tiene nada que aclarar”.

Dicen que tuvo un Maestro que le enseñó todo lo que sabe y que, ya fallecido, se manifiesta en él y lo lleva de la mano por los escenarios del mundo.

Yo conozco a Tito Fernández porque es uno de mis yoes y lo he estudiado con especialistas de varias disciplinas, desde las tradicionales, las científicas, las religiosas y hasta las esotéricas.

De tal modo tal vez me confunda un poco y a veces te hable de mí cuando estoy hablando de él pero, para el caso es casi lo mismo.

Creo que este libro te puede resultar interesante y no se si empezarlo hablándote de mi niñez y de cómo nació el personaje, o de cuando mi psiquiatra se suicidó y me abrió, con ese acto, una puerta diferente y de color celeste (asunto que, por supuesto, dio bastante que hablar en algunos círculos) o de cuando me estaban fusilando y terminaron no fusilándome o de cuando, seis años más tarde estaban fusilándome de nuevo y tampoco lo hicieron, etc.

Aunque creo que es mejor aclarar algunas cosas antes de comenzar a escribir la historia de este Yo mío (lo escribí con mayúscula de puro pretencioso) que existe, canta, escribe, y se manifiesta de tan diversas formas.
Así es que voy a empezar por unos de mis Maestros que es el que tiene que ver con la cuestión artística.

Vale decir: de que tuve Maestros, los tuve, y más de uno pero el que tiene que ver con lo esencialmente artístico es del que te voy a hablar ahora porque si hay una verdad es que todo lo que sé se lo debo a él.

También es cierto que se manifiesta en mí cada vez que estoy en el escenario, pero no como una posesión de espíritu ni nada de eso, sino porque allí es cuando su enseñanza debe ser aplicada y, por supuesto, es mía porque él me la legó pero me pertenece sólo porque él la puso en mí y me autorizó a usarla.

No hay misterio en esto porque fui su discípulo y él decidió cuando y cómo debía comenzar a trabajar con sus enseñanzas.

Espero aclarar todo lo que pueda y voy a empezar por la relación y las enseñanzas de mi Maestro en el arte del Canto Popular.


TULIO MORA ALARCÓN

lunes, 8 de diciembre de 2014

LA ANTICULTURA Y LA BESTIALIDAD.


2446. Se acabó el espectáculo, se acabó el canto, se acabó la música.

2447. Se cerraban las cortinas de los viejos Teatros y los actores, todos, al igual que nosotros los cantores, nos preguntábamos de dónde sacaríamos el pan.

2448. Los dueños de negocios, los empresarios, los dueños de las “Discos” (léase Discoteques), de los Cabarets, también se quedaron sin trabajo.

2449. Entonces se reunieron (no sé cómo lo hicieron porque estaba prohibido reunirse) y nombraron a un grupo, incluidos actores y cantantes, para hablar con las autoridades acerca del problema.

2450. Había quedado cesante toda la gente de la noche. Artistas, garzones, taxistas, etc.

2451. No había Restaurantes ni salas de baile, de modo que miles de familias no tenían ingresos.

2452. El Sr. Ministro recibió a los visitantes y después de escucharlos les dijo que el país no necesitaba de nosotros.

2453. Dijo que este país no necesitaba artistas, ni música, ni canto, ni lugares de baile ni nada de eso.

2454. "Si quieren trabajar, dijo, vayan a los campos a sembrar el trigo. Allí hay trabajo para todos. Hagan algo útil o muéranse de hambre".

2455. Las visitas, proclives al Régimen, se retiraron sin creer lo que habían oído.

2456. Pero así fue como se prohibió el canto y la alegría.

2457. A la "quena", sencilla flauta de caña de los indios altiplánicos, y al "charango", primitivo instrumento de la cultura andina, se les declaró, por ley, "Instrumentos concientizadores" y los militares entraron en las casas y destruyeron cientos de estos instrumentos pensando, quien sabe, que salvaban a la Patria de un terrible enemigo de dulce sonido y cristalino trino.

2458. Así fue. No fue de otra manera. La cultura caía, también, aplastada por la bota de guerra.

2459. A las mujeres se les prohibió el uso de los pantalones y a aquellas que se atrevieron a vestir a su gusto les cortaron las piernas, de esta prenda, con una tijera, en plena calle, entre las burlas y las risas de los soldados que descubrían muslos generosos y se mofaban, groseros, de las jóvenes mujeres único blanco de esta ley no escrita, dictada por un androide que se había bajado, hacía muy poco tiempo, del árbol que era su habitual domicilio.

DOMINGO EN PUNTA ARENAS

2460. Sopla el viento de Punta Arenas y escasa gente nos viene a ver.

2461. Recuerdo aquel Domingo, en Chuquicamata, cuando descubrí mi odio y me abracé a mi mujer, con una lágrima rodando por mi cara, en un camerino como este.

2462. (Pienso que tal vez no falte tanto para que los Domingos sean diferentes).

2463. Sin embargo el aplauso cariñoso, de mi pueblo, me devuelve el optimismo. Aquí está la vida. En mí está la vida.


2464. En tí está la vida y allá afuera está el camino que conduce al mañana anhelado que empezaremos a andar, hoy, apenas se apague la última nota de mi canto.


(Continuará...)

viernes, 28 de noviembre de 2014

NERUDA MUERE PARA NACER.


2424. Pablo Neruda se va de esta vida y nace, inmortal, en el corazón de todo un pueblo.

2425. Se fue triste de ver la Patria ensangrentada. Dolido de impotencia se fue nuestro Neruda.

2426. Su Matilde adorada cerró sus ojos y bebió su último aliento en el beso postrero.

2427. El ruido de las balas acompañó su muerte y el estruendo del cañón le dijo adiós.

2428. Caían sus hermanos mientras Pablo moría.

2429. Era una guerra tonta la que había en las calles, porque no puede ser enemigo un hermano.

2430. El mundo conmovido quiso llevarse a Pablo, Pero aquí se quedó. Por propia voluntad se quedó aquí. Junto a su cordillera. Junto a su mar. Junto al amado obrero y al precioso estudiante que caía, abatido, con sus hermosos ojos preguntando por qué.

2431. Pablo moría para nacer, cantando, al mundo de los Libros y a la gran esperanza.

2432. Su cuerpo fue llevado hasta una tumba ajena. No se respetó, entonces, su deseo de dormir frente al mar.

2433. Allá en la Isla Negra, sonando, sus campanas lloraron con el viento esa mañana.

2434. Pablo se fue dolido, triste. "No puede ser" decía, "no puede ser".

2435. Era el mes de Septiembre y no hubo Primavera.

GIMNASIO CUBIERTO DE
PUNTA  ARENAS.

2436. Alguna vez anduve por aquí con mi canto, pequeño en ese entonces, intentando decirle a los hombres que el amor todo lo puede.

2437. Y no fui bien tratado por los jefes de turno.

2438. Sin embargo la gente de este pueblo premió con un aplauso, sincero, mi breve intervención.

2439. Me llevé, entonces, un cariño grande para seguir repartiendo por el mundo.
2440. Luego volví muchas veces, pero no a este sitio.

2441. Volví a este pueblo, pero no a este sitio.

2442. Hoy estoy aquí. Soy el que soy. Tengo una verdad que decir y la diré. Con jefes de turno o sin ellos.

2443. Alguien me ve llegar y corre a ofrecerme su casa, su mano cariñosa, esa que yo canté aquella vez lejana, y que volveré, hoy a cantar.

2444. En este camerino, sólo con mis recuerdos, anoto, en este Libro, que la austral Punta Arenas me recibe con viento, con árboles verdes, con cielo azul y un pájaro.

2445. Un cantor no necesita más para sentirse en casa, por lo menos mientras vibre en el aire la expresión sublime de su espíritu vivo, llamado por los hombres, El Canto.


(Continuará...)

jueves, 27 de noviembre de 2014

MIS PRIMEROS PASOS.


2392. Así regresé al mundo con "Permiso Oficial" y volví a mi trabajo en un Teatro del Centro donde un hombre, casi anciano, había conseguido, tras arduos esfuerzos, una "autorización" para que El Temucano subiera a su escenario, por lo menos allí.

2393. La gente me recibió con una ovación cuando aparecí, con mi guitarra, cantando sin poder esconder mi tristeza.

2394. Alguien criticó mi pelo más corto. Ignoraba, sin duda, que me fue cortado con un cuchillo de guerra y que, atado de manos, no pude impedirlo.

2395. Alguien dijo que yo había hecho un pacto con los militares y que, por lo tanto, era un traidor a mi pueblo.

2396. El periódico oficial publicó una "entrevista" a Tito Fernández encabezándola con un gran titular que rezaba: "Tengo plena libertad para trabajar y cantar".

2397. A mí me dolía todo aquello pero nada podía hacer.
Estaba cantando y eso era más de lo que había pedido.

2398. Un día dije: "Canto popular" otro día dije: “Nueva Canción Chilena” otro día dije: "obrero" otro día dije: "Pablo Neruda" otro día dije: "Violeta Parra".

2399. Así fui "diciendo" y cantando las palabras y los nombres prohibidos, por decreto, hasta llegar a Víctor Jara.

2400. Alguien se atrevió y las repitió. Así fuimos recuperando el canto.

2401. No fue de otra manera. Así fue. Quien diga otra cosa no sabe de esta historia y la "licencia" para el canto le llegó de alguna fuente, que tomó la chispa de partida de aquel cantor envejecido, y triste, que sonreía entre plumas y bikinis desde el bello escenario del viejo Bim Bam Bum, en el Teatro Opera de la otrora bohemia calle Huérfanos.

2402. Así fueron mis primeros pasos. Lamento echar a perder todos los cuentos que se inventaron para hacerme aparecer como “víctima” de la brutalidad militar.

2403. No es verdad que me quebraron las manos y que por eso no tocaba la guitarra como antes. Eso no es verdad.

2404. Tampoco es verdad que me vendí al gobierno porque el gobierno no me compraría por ningún dinero.

2405. Yo sólo tengo valor para mi pueblo y mi pueblo no tiene que comprarme porque yo le pertenezco en cuerpo y canto.

2406. Tampoco es verdad que me he hecho rico cantándole al obrero y viviendo como patrón.

2407. Algún día los que visiten mi modesta casa tal vez vean, en una flor en mi ventana, el amor del color del corazón.

2408. Y no podría vivir de otra manera porque la vida no es nada más que eso: vida.

2409. Diez años más viejo eché a caminar otra vez, por el sendero del canto, con un poco de miedo pero sabiendo que de mis palabras, de allí para adelante, dependerían muchas cosas.

2410. Gracias Don Eduardo Felis Peña. Gracias Mario Kreutsberger, por todas las gestiones que hicieron para que Tito Fernández pudiera cantar de nuevo.

2411. Gracias debo dar a Don Juan Chávez por todos sus esfuerzos. Gracias a Don Roberto Inglez y a Guillermo Vera. Y a "Gomina” Sánchez, que hicieron posible el regreso de mi voz a los discos.

2412. Hay mucha gente que afirmó mis primeros pasos. Gracias a mi compañera, a mis vecinos.

2413. Así comencé a andar, con la ayuda de muchos. Es la única verdad. No hay otra. Cualquiera que te cuenten, si no es esa, no es. Así de sencillo. No Es.

EL SUR.

2414. Esta vez el Sur. Muy al Sur. Al otro lado del Estrecho de Magallanes. En Cerro Sombrero, en la Patagonia, donde trabajan los hombres del Petróleo.

2415. Por aquí paso y canto. El viento me hace tambalear  y quiere llevarse, flameando, como una bandera, mi poncho mapuche.

2416. Canta la tierra y el cielo gris.

2417. Un niño, curioso, me pregunta: ¿Quién es Usted? Entonces comprendo que ha pasado mucho tiempo.

2418. Alguien me regala un libro y alguien me regala un  libro. Leo poemas que cuentan cosas de esta zona y de esta gente y me gusta el regalo.

2419. Los profesores me invitan a un asado y compartimos un rato de amigable charla junto a un vaso de vino y a una parrilla de carne de cordero.

2420. Alguien se acerca para pedirme ayuda. Hace algún tiempo que ocurre eso La gente con problemas me ve y se me acerca ilusionada y no entiendo por qué piensan que yo tengo el remedio para sus males.

2421. ¿Tal vez será mi canto? ¿Mi no hacer problemas? ¿Mis canas?

2422. Descubro, de pronto, que quiero volver a casa, a jugar con las rosas y a cuidar mi naranjo.

2423. Ando por estas tierras desgranando mi canto y tendiendo la mano para pedir y dar.


(Continuará...)

domingo, 23 de noviembre de 2014

EL GUARDIÁN.


2368. A mi casa entraba un hombre, vestido de civil, que exhibía una “TIFA” con grado de Sargento.

2369. Saludó muy amable y mientras bebía un café me comunicó que yo estaba arrestado, en mi domicilio, por quince días y que él era mi carcelero.

2370. La historia continuaba. Allí quedaba yo sin poder asomarme a mi propia puerta. ¿Que pasaría después? ¿Después de los quince días? ¿Durante los quince días?
2371. Dos semanas vivimos encerrados aquel hombre y yo.

2372. Durante ese tiempo no se despegó de mi lado y vimos, juntos, la T.V. leímos, juntos, algún viejo libro. Le conté de mi vida y aquel hombre, que dormía con un revólver, resultó ser bondadoso y comprensivo.

2373. No tuvo relevo. Sólo él.

2374. Nunca preguntó ni intervino en asunto alguno. Se limitó a no dejarme solo.

2375. Terminó siendo atendido como a  un amigo, que está de paso por la casa, y la verdad es que lo único que lo diferenciaba de nosotros era el revólver que hipnotizaba a mis hijos y que a mí me producía mucha pena.

2376. Pasado aquel larguísimo tiempo se fue. Como había venido, se fue. Con una gran sonrisa, se fue. Agradeciendo todas las atenciones, se fue. En la puerta, antes de desaparecer de nuestras vidas para siempre, (nunca más lo hemos vuelto a ver) hizo un saludo militar y se fue.

2377. Había dicho que cuando terminara la custodia yo tendría que ir hasta la Base donde estuve "detenido" y pedir un papel que certificara que era un ciudadano "legalmente" libre.

2378 Y eso hice. Al día siguiente me enfundé en mi grueso abrigo y salí a la calle con destino a la Base donde estuve “detenido” en busca del papel que certificaría que yo era un ciudadano "legalmente" libre.

2379. Algo había cambiado. Nada era igual, realmente, porque yo salí de mi casa y no había seguridad de mi regreso.

2380. Me despedí de todos, con un abrazo grande, y salí.

2381. Sentí un miedo tranquilo. Una especie de resignación que no encontré correcta ni lógica. ¿Volvería a casa?

LA ISLA.

2382. Una rosa roja, sobre mi escritorio, me acompaña en estos escritos que aparecen, de pronto, y luego se van si no los pongo en mi cuaderno.

2383. Aquí trabajo y si alguna vez fui  náufrago, sufriente, hoy soy el creador de mi futuro.

2384. Un hermoso Libro se va formando, verso a verso, y yo sueño con verlo en las manos de la gente.

2385. Desde la Isla lanzo mi grito de alerta y lo envío con los pájaros, que pasan hacia el Norte, esperando que los hombres de esa tierra lo recojan y lo guarden con ellos.

2386. La vida está en el Sur dice una breve mariposa que posada sobre una bella flor la hace aún más bella y más flor.

2387. Hacia donde dirija la vista está el mar. El verde mar, origen de la vida. Allá arriba, el cielo y los ojos de mi bella compañera, en algún lado, me verán, inevitablemente, Hoy, en el viento, en el azul, en la tierra y en el aire.

2388. La Isla es el punto central de mis últimos ochocientos versos, llamados "estrofas" por los hombres que saben de estas cosas.

2389. Yo nunca aprendí como se llaman los escritos. Ya no aprendí.  Ya no quiero aprender. ¿Me serviría aprender? Tal vez si aprendo escribo más bonito, Pero no sé si hacer eso sea bueno.

2390. Yo quiero el canto y el poema breve como la mariposa y dulce como tu beso.

2391 ¿Sabías que tu pena me duele? ¿Sabías eso?


(Continuará...)

viernes, 14 de noviembre de 2014

MI FAMILIA.


2341. Mi familia regresó de su peregrinar y me encontró dormido.

2342. Andaban, como tantos, de cuartel en cuartel, de Estadio en Estadio, de Hospital en Hospital, de Cementerio en Cementerio.

2343. Revisando la lista de los muertos. Revisando la lista de los condenados. De los desaparecidos. De los "ajusticiados".

2344. Las mujeres se atropellaban en la morgue y nadie tenía la respuesta que anhelantes buscaban.

2345. ¿Dónde estaba el papá?
¿El hermano? ¿El esposo? ¿El hijo? ¿La madre? ¿Dónde estaba la madre?

2346. Yo fui habido después de un día más de buscar y buscar.

2347. Fui hallado en mi cama.
En mi casa. Dormido. Con este sueño, extraño, que conservo hasta Hoy.

2348. Nunca más pude dormir como Dios manda y me quedé esperando, eternamente, que cayera la espada que pendería, quién sabe por cuantos años, sobre mi cabeza.

2349. Me dejaron dormir hasta que desperté. Era casi la noche. Nos abrazamos. Hubo lágrimas, risas. Pero yo era silencio.

2350. No podía llorar y miraba a mi familia que celebraba la llegada del papá.

2351. Mi familia, toda, allí estaba. Contentos de verme otra vez en casa. Tal vez pensaban que el horror había terminado.

2352. Amo a mi familia. A la que me escuchó cuando les dije que no correría. Amo a mi familia. Esa que me buscó cuando desaparecí. Amo a mi familia. Esa que lloró de alegría cuando me encontró, dormido en casa, y pensó que todo había terminado.

2353. Esa noche estuvieron muy alegres. Hubo cena familiar. Afuera sonaban los balazos y yo miraba, extrañado, como nadie parecía enterarse.

2354. Se habían acostumbrado al horror. Sabían que alguien caía, en algún lado, pero era el pan de cada día.

2355. Yo miraba las caras de mis hijos. De mi mujer. Estaban muy contentos y yo no entendía.

2356. Alguien llamó a la puerta. - ¡Policía Militar! -  Yo me levanté de mi asiento y una sonrisa amarga se dibujó en mi cara.

2357. Los perros de presa muerden y no sueltan, pensé.

PIENSO.

2358. Me veo cantando en la televisión. Hay miles de personas con banderas y carteles y yo canto.

2359. El locutor que lee las noticias habla acerca del "Candidato" al sillón Presidencial y de su macizo discurso, después de la actuación de algunos artistas populares, en la multitudinaria concentración organizada por la Central Unitaria de Trabajadores".

2360. Me veo en la televisión participando en una de los Programas Estelares importantes y luego me veo como parte de un programa popular, el de mayor sintonía.

2361. Algo pasó. Se abrió una fisura en la puerta de hierro y por ahí me colé decidido a ganarme un espacio dentro del mundo que me estaba vedado.

2362. Intervengo en un polémico programa educativo, opino y mi opinión, hoy, es válida.

2363. Una productora toma mi número y prepara una gran avanzada de actividades para fecha muy próxima.

2364. Perplejo observo todo estoy no lo creo. Pero así es. Algo pasó

2365. Canto en el Gimnasio Español de la ciudad de Osorno y la gente se pone de pié para darme la bienvenida.

2366. El cuento de nunca acabar me depara sorpresas y el próximo capítulo casi no lo imagino.



2367. Una rosa roja florece en el jardín y una gemela aquí en mi corazón.


(Continuará...)

domingo, 9 de noviembre de 2014

EL MIEDO



2321. Salí a la calle, diez años más viejo. Caminé, lento, hasta la esquina. Mi cara me miraba desde la portada de una revista en un kiosco de diarios. ¿Qué hacía, yo, allí? Junto a mi cara joven estaban los rostros, sonrientes, de los Huasos Quincheros, artistas apologistas del Régimen.

2322. Algún día contaré esa historia, cuando no sea peligroso nombrar a la gente y podamos conversar sin miedo.

2323. Descubrí que tenía mucho miedo. ¿Por qué? ¿No era, ya, libre?

2324. Así volví a la calle. Destrozado. Maltratado. Aterrorizado.

2325. La gente iba y venia como si nada.

2326. ¿No sabrían lo que estaba ocurriendo detrás de esas murallas?

2327. Sí, lo sabían, se les notaba en los ojos que tenían tanto miedo como yo.

2328. Revisé mi billetera. Allí estaban todos mis documentos y todo mi dinero.

2329. Me subí a un taxi, di mi dirección. El taxista esquivó mi mirada y no fue amable como siempre. Ni siquiera me habló. Me dejó en la puerta de mi casa, cobró sus honorarios y huyó.

2330. Algo no era igual.

2331. Así volví a la casa. Abrí la puerta. No había nadie. ¿Por qué? ¿Dónde estaban todos? ¿Mi mujer, mis hijos? ¿Dónde estaban? ¿Por qué estaba la casa sola?  ¿Qué había pasado?

2332. Estaba todo limpio y ordenado. Como a mí me gustaba.

2333. Me metí bajo la ducha, tratando de sacarme la mugre acumulada, y aprendí que la mugre sale con agua y jabón pero no los golpes.

2334. Ya llegará alguien (pensé) y me caí en la cama dormido para siempre.

EL SUR.

2335. Pasa mi paso por esta tierra indígena y, en Cañete, en la casa de Carlos Martínez almuerzo un plato de sopa de lentejas y me bebo el sol con todos los ojos.

2336. Un día el Norte, otro día el Sur. En este Chile, largo y flaco, no hay otra alternativa.

2337. Hilvano algunos versos mientras mi voz suena, allá en la calle, invitando a la gente a mi fiesta de canto.

2338. “Nada de lo que está aquí, existe" y en esta casa hay plantas, flores y muchos trabajos de artesanía. Hay una colección de llaves y de candados y tal vez alguna de estas llaves es la que puede abrir la puerta del duro corazón de aquellos que no entienden.

2339. Jubilosa me late la vida, aquí en el pecho, y canto.


2340. Es otro día más. Nada más.
(Continuará...)

viernes, 7 de noviembre de 2014

POR LA VENTANA...

Y miro por la ventana.... sin saber que hay mas allá de las luces que se asoman en el horizonte.... mundos paralelos, mini-mundos únicos e irrepetibles, lugares llenos de infinitas posibilidades... 
Y la curiosidad se apodera de mi mente y de mi corazón... 
Que hay mas allá?? Viajar por el mundo en un segundo... Recorrer las miles de posibilidades de saber mas y mas... y volar como un pájaro en absoluta amplitud....
Observo los mundos de fantasía que me muestra la caja chica que aturde y no puedo olvidar las enseñanzas que encuentro entre lineas, en cada libro leído y en tanta poesía cantada, contada, recitada...
Es ahí donde anhelo entender cada por que, que se asoma en la existencia...
El porque de la vida, el porque de la muerte......  
Entonces miro por la ventana del alma y me introspecto... 
Sentir el latir de mi corazón. Cerrar los ojos y sentirlo en su incansable TUN TUN... 
El flujo eterno de vida mientras haya un respiro... Mis 5 sentidos exacerbados en una meditación, en un mantram o en la danza........ El contacto de mi ser interno con mi alma y viajo hasta el universo mismo...... dentro de mi........... 
Sonrío de colores...
Un día más es un día menos, pero repleto de muchísimo, tanto, cuanto más............. 

jueves, 2 de octubre de 2014

LA “LIBERTAD”.


2299. Escuché mi nombre con un sobresalto. ¿Qué significaría eso?

2300. Un soldado me pateó las costillas (ya eran expertos en hacerlo) y me empujó, con la culata de la metralleta, haciéndome trastabillar.

2301. Así llegué a la guardia. Había un capitán y un individuo moreno, de pelo ensortijado, de bigote corto, vestido de civil, que llevaba un montón de papeles en la mano.

2302. “Firma aquí” - me dijo -tendiéndome una hoja del legajo.

2303. - ¿Puedo leer lo que voy a firmar? - pregunté.

2304. Es tu declaración en el interrogatorio me respondió, y no se lee, simplemente se firma, ¿O.K.?

2305. No creo que mi declaración real ocupara más de una carilla, de modo que "eso" no era mío. Pero firmé. Al fin y al cabo era un preso y los presos no tienen otro derecho ni otra obligación que la de luchar por mantenerse vivos.

2306. Después de firmar firmó el Capitán, firmó el hombre de civil y el Capitán me dijo, respetuosamente: "Puedes irte, estás libre".

2307. Me volví hacia el hombre de civil y le pregunté dónde nos habíamos visto antes. - “Tal vez en Panamá” - me contestó sonriendo. Me estrechó la mano y se fue, con el legajo de papeles bajo el brazo.

2308. Pensé, por un segundo, en lo que contendría aquel escrito, en el O.K. de su respuesta, tan poco Chileno, después agradecí a mi madre, saludé a los centinelas y salí, con paso lento, hacia la "libertad".

2309. "Tal vez en Panamá" ¿Qué significaría eso?

CANTO.

2310. Vivo en el quinto piso del Hotel Ritz, en Concepción.

2311. Poca gente conoce la eterna soledad de los Hoteles y piensa que nuestra vida, de viajeros, es envidiable y nos la envidian.

2312. Afuera, las palomas se arrullan y me recuerdan los amaneceres en el viejo "Lancaster" de Valparaíso, el mismo de las primeras páginas de este Libro.

2313. Yo debo volver a sonreír.

2314. Un día perdí la sonrisa, no sé dónde, y aprovechando mi vida de viajero penitente la buscaré hasta encontrarla.

2315. ¿Quién se quedó con mi sonrisa?  ¿Por qué me la robó?, ¿O la perdí, de distraído, simplemente?

2316. Anoche una bruja se metió a mi camarín y me vaticinó los tormentos del infierno.

2317. Desde estas páginas yo niego lo que dijo. No lo acepto. No es así. Y, aclaradas las cosas, no volveré a referirme a ellas, nunca.

2318. A la gente le gusta mi poesía alegre (tal vez me he vuelto demasiado serio) de modo que, no bien recuperada mi sonrisa, echaré a andar por los caminos con una copla viva que pinte de colores el gris en donde esté.

2319. Yo vengo desde la tierra y a la tierra vuelvo cada vez que mi canto se escucha en algún lado, y ¿quién mejor que yo para decirle al mundo que la vida empieza hoy y que es buena y bella?


2320. Toma en tus brazos a la mujer amada, cúidala. No dejes que se vaya, allí está la razón de la existencia y la única verdad que hay que cantar.


(Continuará...)

jueves, 25 de septiembre de 2014

LA INCERTIDUMBRE.


2284. Así quedé, con la vida agarrada de un hilo delgadísimo, pendiendo de la "suerte" o qué sé yo.

2285. Tirado boca abajo, sobre el frío cemento del Hangar Número Uno, con los brazos abiertos y el corazón saltando, me acordé de mi madre y de su tibio abrazo.

2286. Entonces elevé una plegaria y le pedí la vida.

2287. No me importaba ni siquiera el canto. Sólo quería salir vivo de allí, regresar a casa y comenzar de nuevo.

2288. Podría ser, otra vez, obrero de la construcción, lavador de platos, vendedor de diarios, lustrador de zapatos. Pero, para todo eso, necesitaba la vida.

2289. Entonces se la pedí a mi madre. En silencio. Con los ojos húmedos, confiado. Así supe que viviría y me quedé tranquilo.

2290. No puedo relatar las cosas que puedan ser perjudiciales para nadie. No es esa la idea. La idea es el amor y eso es lo que escribo.

2291. Un día se acabó aquel pasar incierto cuando fui llamado, de viva voz y por mi nombre completo: "¡Humberto Waldemar Asdrubal Baeza Fernández, preséntese a la guardia!"

NOTAS.

2292. Consigno, en estas notas, que a Viernes 29 de Septiembre de 1989 el candidato del oficialismo pasa por la plaza principal de Concepción y es abucheado por el pueblo.

2293. Hace muy poco fue abucheado, también, por la gente del sector en que yo vivo.

2294. No me consta otra cosa, hasta el día de hoy.

2295. Pero por lo que he oído la gente no lo quiere. A pesar de su despliegue de sonrisas. A pesar de la super millonaria propaganda. A pesar de sus múltiples promesas la gente no lo quiere.

2296. Es que el pueblo quiere paz y él no la representa. Es que el pueblo quiere justicia y él no la representa. Es que el pueblo quiere pan y él no lo representa. Es que el pueblo quiere a su representante y él no es el hombre indicado para eso.

2297. Entonces aparecen los gritos, las consignas, las ofensas.

2298. No me gustan las ofensas. Ni en este caso ni en ningún otro. No me gustan los insultos ni las patadas. Mi madre me dio la vida dos veces y no fue para eso.

(Continuará...)